El río Cañete es para Lunahuaná lo que el Nilo es para Egipto: un símbolo vital y un tesoro invaluable. Este hermoso y caudaloso río es proverbial en la región, y su cuidado es fundamental para preservar la riqueza ecológica que representa. He observado con tristeza cómo muchas personas que acampan en sus inmediaciones dejan basura por doquier; esta acción no solo contamina, sino que también destruye nuestro último santuario ecológico cercano a Lima, un hábitat que aún alberga camarones, patos de río y garzas, así como los pejerreyes, que lamentablemente han ido en franco peligro de extinción.
El río Cañete irradia vida y nutre su cuenca hasta su desembocadura en Cañete. Además de ser un recurso hídrico abundante, es ideal para la práctica del canotaje y el kayak. Realmente, los paseos en bote son una experiencia extraordinaria que permite apreciar la belleza natural de la zona. Existen varios circuitos, desde Catapalla hasta el embarcadero principal a la altura de la plaza de Armas, y de este punto hasta Caltopa, pasando por el majestuoso puente Socshi. Cada recorrido ofrece vistas panorámicas que muestran la armonía entre el río y su entorno.
Las aguas cristalinas del río, que dejan ver el fondo verdoso donde crecen algas, son testimonio de la pureza que debemos esforzarnos por mantener. En sus riberas, encontramos grandes piedras que recuerdan las inundaciones y aludes de épocas anteriores. El crecimiento inusitado de hoteles en la zona ha traído consigo miradores espectaculares, que ofrecen vistas impresionantes pero también generan una preocupación por el impacto en el ecosistema.
La preservación de este paraíso natural es esencial. El río Cañete es muy propicio para la cría de camarones, que prosperan hasta la localidad de Zuñiga y finalizan su circuito en el estuario en el mar de Cañete. Esta dinámica no solo sustenta la economía local, sino que también es un indicador de la salud ecológica de la región.
A lo largo de sus riberas, una abundante vegetación florece, con cañaverales, árboles de pacaes y otros arbustos que conforman un ecosistema vibrante. Este entorno no solo alberga biodiversidad, sino que también actúa como un filtro natural, contribuyendo a la calidad del agua que todos disfrutamos.
Por lo tanto, es crucial que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad de cuidar y proteger el río Cañete. Debemos convertirnos en sus guardianes, reconociendo su valor no solo como un recurso recreativo, sino también como un santuario ecológico que merece ser preservado para las futuras generaciones. Al cuidar de este río, cuidamos de nuestra tierra y de la vida que brota a su alrededor. No dejemos que la indiferencia lo convierta en un recuerdo perdido; preservemos su esplendor y riqueza por siempre.